Setenta días de encierro concluyeron en 24 horas.
En Copiapó, Chile, durante la esperada noche del rescate, todo fue expectación, fe, esperanza y alegría el 12 de octubre de 2010, quedando atrás 69 días de angustia y dolor que iniciaron en la tarde del jueves 5 de agosto anterior, cuando se derrumbó el túnel subterráneo principal de la mina de oro y cobre San José y quedaron atrapados 33 mineros en un refugio que se encontraba a casi 700 metros de profundidad.
Días después, rescatistas ingresaron a la mina por unas de sus chimeneas de ventilación, pero al día siguiente, se descartó esa opción de rescate debido a que un nuevo derrumbe obstruyó el ducto por el que se había planeado descender al refugio habilitado previamente para emergencias, en donde se esperaba que estuvieran los mineros.
Desde que se supo de la tragedia, los familiares de los mineros llegaron al yacimiento San José en espera de que se logre el rescate de sus seres queridos, aun sin saber las condiciones en las que estos se encontraban.
El sábado 8 de agosto se inició la perforación de 9 pequeños ductos para intentar llegar hasta donde estaban los 33 hombres.
El 12 de agosto, el Ministro de Minería de Chile aseguró que las posibilidades de encontrar a los operadores de la mina con vida eran escasas. Sus familiares no perdieron la fe y reunidos en el campamento que establecieron, y al que llamaron La Esperanza, aguardaban con la certeza de que las intenciones de rescate serían exitosas.
El domingo 22 de agosto, una de las sondas que exploraba la mina por los orificios excavados en búsqueda de los trabajadores, regresó a la superficie con una un papel en el que se escribió el mensaje: “Estamos bien en el refugio los 33”. Dado a conocer el mensaje por el presidente de Chile Sebastián Piñera, los compañeros y familiares de los mineros, reunidos en el campamento La Esperanza, festejaron la noticia y, a partir de ese momento, se inició la operación de rescate jamás vista.
La misma sonda en la que llegó la nota de los mineros sirvió para iniciar el proceso de rehidratación y alimentación de los atrapados quienes, para ese entonces, ya habían sobrevivido dos semanas en las entrañas del desierto de Atacana, en donde se ubica la mina de propiedad particular.
Con la ayuda de una cápsula o jaula de metal llamada Fénix, construida especialmente para el rescate, se sacaron a la superficie, uno a uno, a los 33 mineros, en un impecable operativo (Operación San Lorenzo) que inició a las 23:20 horas del 12 de octubre.
Esta jaula metálica recorrió lentamente, de ida y vuelta, un ducto de 622 metros de profundidad. En cada caso, se tardó, unos 40 minutos en promedio el operativo que iniciaba con el envió de la cápsula al fondo de la mina, hasta el regreso de la misma a la superficie con el minero rescatado. Para la noche del 13 de octubre, al término exitoso de la Operación San Lorenzo, ya habían transcurrido 70 días desde la tragedia y 24 horas y 20 minutos de rescate.
Se equipó a Fénix con cuatro tanques de oxígeno para casos de emergencia y un arnés que sostendría a los mineros para mantenerlos erguidos en caso de que alguno de ellos perdiera la conciencia durante el trayecto. Además, se le implementó un sistema de comunicación de audio y video. La cápsula Fénix, fue diseñada con ayuda de la Agencia Espacial Estadounidense NASA y elaborada por la Marina chilena. Mide 2.50 metros de altura y pesa más de 450 kilogramos con un ancho de aproximadamente 53 centímetros.
La Operación San Lorenzo tuvo una amplia cobertura periodística mundial y se estima que más de 1000 millones de personas vieron en vivo la transmisión oficial de televisión del rescate.
¡Mis¡ón cumplida Chile! “Este rescate lo hicimos a la chilena y eso quiere decir que lo hicimos bien”, dijo Sebastián Piñera, presidente de Chile. Fue una gran labor de rescate la que realizó el gobierno de ese país que dio un enorme ejemplo de capacidad y responsabilidad civil. El esfuerzo de los chilenos nos demuestra que hay que utilizar todos los recursos disponibles para salvar cualquier vida. ¿Tú qué opinas?
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