04 octubre, 2010

Trabajar arduamente sin olvidar los ideales…

INSTITUTO CUMBRES COZUMEL

Bety, 25 años de servicio


Discurso dirigido a Beatriz Sierra Briceño, pronunciado por su hijo Gabriel Choza, en representación de sus familiares, en el evento de Acción de Gracias, Reconocimiento y Convivio de Despedida, el 30 de septiembre de 2010, en el auditorio del Instituto Cumbres Cozumel, en su último día de labores como asistente educativa del área de preescolar.

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  No está bien, aquello que estando bien pudiera estar mejor; esa es la máxima no dicha ni escrita que con su actitud y acciones ejemplares nos enseña nuestra madre, Bety, que entre muchas otras cosas, para nosotros, al igual que para sus niños, ha sido la maestra, formadora y orientadora de nuestras vidas.
 
  Se dice con unas palabras, pero ha sido un cuarto de siglo entregado a la tarea cotidiana y constante de contribuir en la formación inicial de muchas generaciones de niños; función, cuyo elocuente modelo de desempeño laboral, nos ha legado en la familia muchas más enseñanzas de las que podemos enlistar, pues si bien su ejemplo de servicio profesional en su trabajo con los pequeños de preescolar (bambolino, maternal, kínder, transitorio y pre-primaria) nos inculca responsabilidad, entrega, constancia, perseverancia, empatía, amor, compresión; sus efectos en casa contribuyeron, siendo aún muy chicos nosotros sus hijos, a la adquisición de valores paralelos como, bienestar, estabilidad, desarrollo, crecimiento, visión y éxito. Todo este conjunto de valores culminan en el impulso que a cada uno de nosotros nos dio para vencer las adversidades y salir adelante a costa de lo que sea, sin perder la integridad y sin soltarnos de la mano de Dios. Enseñanzas fundamentales que sus nietos van adquiriendo inculcadas siempre por ella, como eje moral de nuestra familia.

  Durante su estancia por el Instituto Cumbres, cuántos niños, cuántas sus risas, cuantas sus miradas, cuantos sus llantos, cuántas sus travesuras, cuantos sus “te quiero”… y sólo una Bety. Cuántos regaños amorosos, cuánto empeño, cuánta dedicación, cuántos juegos, cuántos cantos, cuántos cuentos, cuántos abrazos, cuántos besos, cuantos consuelos, cuanto cariño, cuántos recuerdos… cuántas vidas con huellas de Doña Bety en su corazón… No lo sabremos con precisión. Decorar, ambientar, acomodar, limpiar, subir, bajar, mover, quitar, poner, llegar mas temprano, quedarse mas horas, llevarse el trabajo a casa… Lo dificultoso o incómodo que resulte esto nunca fue importante para ella, cuando el esfuerzo era por los niños y el resultado era para los niños. Y después de una jornada ininterrumpida de 25 años, es un buen momento para reflexionar, valorar y reconocer (como se está haciendo) la trayectoria lograda; aun más por ser hoy el día en el que termina la etapa de esta enriquecedora y satisfactoria misión que Dios le encomendó.

  Mamalí, como cariñosamente te decimos:

  Carla, Miguel y Gabriel, tus hijos, nos sentimos orgullosos de no ser los únicos niños que pasaron por tu vida; participaste con cada uno de los pequeños a tu encargo en la estimulación de su desarrollo inicial y la formación de sus principios.

  Tus nietos, Cristopher, Gemma, Daniel, Rafael y Joel, gozan y agradecen esa angelical y amorosa cualidad maternal de abuela que con tacto y paciencia logra, en cada etapa de su desarrollo, los efectos deseados del buen crecimiento. 

  Tu esposo, Manuel, nuestro padre, con admiración, reconoce el esfuerzo, tenacidad y disposición para vencer con acierto cada reto que tu ejercicio laboral te impuso día a día, en la búsqueda de la prestación de un satisfactorio servicio de calidad para los niños, sin descuidar nunca a la familia ni el hogar.

  Tu familia, somos testigos de que el inicio de este proyecto laboral que hoy termina se dio con mucho entusiasmo y se mantuvo así, enriquecido con la motivación que aportaba cotidianamente cada logro con los niños; y sabemos que concluye con una enorme complacencia que, más allá de las satisfacciones y buenos recuerdos, deja un gran legado para todos en nuestra casa y seguramente también en este instituto; resultado por el cual nos sentimos ampliamente orgullosos y enormemente felices.

  Ser mejor cada día es tu gran empeño, trabajas arduamente sin olvidar tus ideales y nunca te das por vencida, entregada a la voluntad de Dios; esa es tu gran enseñanza.

  Mamalí, muchas felicidades por el éxito obtenido en esta iniciativa emprendedora que hoy concluyes y las metas que con ella alcanzaste; muchas gracias por darle tanto a la sociedad y a tu familia.

  Te deseamos mucho éxito en la nueva etapa de tu vida que a partir de hoy iniciará y que, sabemos, te llevará a grandes logros personales porque tienes afanes e inquietudes tenaces.

  Te admiramos, te valoramos, te reconocemos y te queremos profundamente.
 
  Cozumel, Quintana Roo, 30 de septiembre de 2010.

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